Los azules reconocieron su debilidad y apuntaron al mínimo margen para el error que hay en instancias como la Copa Libertadores.
Universidad de Chile tropezó en el momento menos indicado.
La caída por 0-3 ante Estudiantes de La Plata encendió las alarmas en el grupo A de la Copa Libertadores. Obligando al equipo de Gustavo Álvarez a vencer a Carabobo en la próxima jornada, y a cruzar los dedos por un resultado favorable entre Botafogo y los argentinos.
Hasta antes del duelo en Ñuñoa, la campaña azul había sido sólida: victoria frente a Botafogo como local, triunfo en La Plata, y un empate con sabor amargo en Venezuela ante Carabobo.
Sin embargo, el paso en falso ante los pincharratas expuso los límites de un equipo que, esta vez, no logró sostener su propuesta ni imponer condiciones en casa.
“Fue un partido incómodo contra un rival muy difícil. No estuvimos finos en el primer tiempo y eso nos costó caro”, dijo Leandro Fernández apenas terminó el encuentro por Copa Libertadores.
“Ahora hay que pensar en frío, analizar qué se hizo bien o mal y pensar en el partido que sigue. La Copa Libertadores es así, los rivales son difíciles, duros y no perdonan. Pero hay que seguir dando batalla para aspirar a algo más”, agregó el delantero.
Las últimas jornadas serán decisivas. Universidad de Chile deberá enfrentar a Carabobo en el Nacional con la necesidad de ganar. Para terminar la fase de grupo contra Botafogo en Brasil, fecha donde los azules aspiran estar clasificados a octavos.
“Hay que seguir trabajando con la cabeza fría, trabajar y sacar esto adelante”, remató Lea para cerrar una noche amarga.
